Como siempre, explorando los rincones del Río, aprovechando su bajo caudal para recorrer esos tramos que se ven desde la piragua y que ahora se pueden en algunos casos recorrer a pié, ayer mañana, tuve un encuentro, o mejor dicho tuvimos un encuentro, durante unos buenos cinco minutos mantuve un mano a mano a distancia con el Sr. Raposo.
El encuentro creo que llevaba muy buena parte de curiosidad, ya que no hizo mención de intentar huir ni esconderse, sino todo lo contrario, desde mi posición, y haciendo uso de mis prismaticos pude obdservar las evoluciones de aquel animal que en principio me pareció un perro pequeño y conforme se iba acercando distinguí su enorme cola color pardo rojiza, de una longitud igual a la del lomo y que poco a poco con precaucion iba a la vez que olisqueando el terreno levantando la mirada para observar a aquel otro animal vestido de rojo como él y que no se movía. Llego un momento que se sentó justo enfrente de mí a una distancia de unos 100 metros, lo divisaba perfectamente, a traves de los prismaticos, adivinaba el pestañear de sus ojos, la viveza de su mirada y la energía de emanaba de un ser que se encontraba en su medio natural, tendría calculada su posición para poder sobrevivir ante cualquier amenaza de aquello que lo estaba observando.
Durante unos buenos minutos permanecimos los dos inmoviles, inmersos en nuestro momento, no sé si pensando en intentar una comunicación Zorro-humana, el caso es que su presencia culminó otra de mis mañanas Nordicas por la Ribera. Después, como estaba claro, fué él , el que decidió iniciar la marcha y adentrarse en la espesura de un grupo de Tamarices cercano, eso sí, antes de desaparecer aún se detuvo y giró la cabeza a modo de despedida, allí me quedé, disfrutando de la energía del momento y agradeciendo la visita del Sr. Raposo. Buenos días Sr. Raposo y espero encontrarme con Usted alguna vez más.
Caralebro
Central de Actividades.
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