Hacía tiempo que no pisaba este soto, y pensaba que a lo mejor me lo iba a encontrar en peores condiciones, pero no, estaba limpio y no habia muchos rastros de "Residuos Humanos", lo normal para esta época del año. Algún pequeño plastico, una botella de cerveza y algunos restos enganchados a la vegetación que seguramente serían de la última crecida.
Curiosa la disposición de la hierba y pequeños arbustos que parecían acariciados por un peine gigante, siguiendo la misma dirección de la corriente.
Al entrar en el Soto, nos hemos sorprendido los dos, ninguno pensábamos que el otro iba a aparecer por alli. Justamente ala girar por un recoveco del camino de acceso me ha dado tiempo a verlo a una distancia de 10 metros, un gran Milano negro, sorprendido por mi aparición ha emprendido inmediatamente el vuelo, y luego mientras fotografiaba el instante ha vuelto a aparecer sobre mi.
Me han venido de maravilla los prismáticos, para poder observar la elegancia de su vuelo por encima de mi cabeza, hasta podía contemplar los movimientos de la suya para poder observar a aquel intruso que estaba unos 10 o 15 metros más abajo con un aparato diabólico en los ojos.
Tenían que inventar los prismáticos con cámara de fotos incorporada. O a lo mejor ya estan inventados, quien lo sabe.
En fin, que durante unos treinta minutos, y además de mi encontronazo con el Sr. Milano, he respirado la tranquilidad y he disfrutado de la energía de una mañana soleada y fresca envuelta por el rumor del lento y cansino discurrir del Río. Inacabable, eterno, el cuerpo me pide piragua.... voy a por ella.
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